El mercado del agua embotellada está creciendo rápidamente a nivel mundial: se prevé que en 2024 unos 550 millones de hogares consuman agua embotellada, lo que equivale a más de 446.000 millones de litros de agua al año o un millón de botellas por minuto.
A pesar de las iniciativas para reducir los residuos de plástico, el consumo de agua embotellada sigue creciendo un 5 % anual y se espera que alcance un volumen de unos 515.000 millones de litros en 2027.
Según reseñó RT, como el agua en botellas a menudo se somete a algún tipo de filtrado antes de ponerse a la venta, es considerada como una buena alternativa cuando el agua del grifo es de mala calidad. No obstante, no es una buena solución a largo plazo por varias razones, advierten los expertos. Entonces, ¿cuán nociva puede ser el agua embotellada para el ser humano?
Contaminación química y biológica
Uno de los factores que hace que el agua embotellada sea insegura para beber es la contaminación biológica y química que supone la presencia de microorganismos como bacterias y sustancias nocivas que pueden dañar a las personas, afectando a su salud.
Así, en 2008, diez populares marcas de agua embotellada en EE.UU. se vieron contaminadas con 38 sustancias diferentes, entre ellas bacterias, fertilizantes y productos químicos industriales, algunos en niveles no mejores que los del agua del grifo.
«El consumidor debe tener cuidado con el agua embotellada», afirmó en ese entonces Jane Houlihan, vicepresidenta del Grupo de Trabajo Ambiental, añadiendo que los consumidores no pueden confiar en que lo que haya en la botella sea algo más que costosa agua corriente procesada.
Bacterias
Del mismo modo, a finales de julio pasado, Nestlé Waters fue acusada de haber utilizado métodos ilegales para filtrar el agua durante al menos 15 años. Según los resultados de una investigación sobre el caso, las fuentes de agua utilizadas por la compañía en Francia estaban contaminadas con bacterias fecales y pesticidas, pero tras un tratamiento inadecuado, la empresa vendió el producto bajo la apariencia de agua mineral natural.
En este sentido, un reciente estudio encontró que entre el 10 y el 78 % de las muestras de agua embotellada contienen contaminantes, incluido bisfenol A (BPA) que se asocia con problemas de salud como hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, diabetes e incluso obesidad. «Si bien existen umbrales de seguridad a corto plazo, los efectos a largo plazo de estos contaminantes siguen siendo en gran medida desconocidos», alertan los autores de la investigación.
Microplásticos
Consumir agua de botellas de plástico puede ser peligroso para la salud al provocar hipertensión arterial debido a la entrada de microplásticos en el torrente sanguíneo, según recientes estudios. Varias investigaciones han determinado que el agua embotellada puede contener fragmentos plásticos de menos de cinco centímetros de largo, así como nanoplásticos, que miden menos de un micrómetro de largo. Al ser lo suficientemente pequeños, estos pueden introducirse en las células humanas, el torrente sanguíneo y los órganos, provocando daños al cuerpo humano.
Reutilización y almacenamiento de botellas
Durante mucho tiempo, el agua embotellada solo estaba disponible en envases de vidrio, pero hoy en día, las botellas se hacen con tereftalato de polietileno, un tipo de plástico suave y transparente. A pesar de sus ventajas, este tipo de plástico se fabrica para un solo uso, por lo tanto, no debería ser reutilizado. Los científicos advierten que como las botellas desechables se usan repetidamente, aumenta la cantidad de sustancias químicas y toxinas que se filtran al agua desde el plástico, lo que puede conducir a la acumulación de elementos nocivos en el torrente sanguíneo.
Además, el almacenamiento inadecuado del agua embotellada también puede conllevar consecuencias desagradables para los consumidores, ya que las temperaturas elevadas pueden promover la liberación de antimonio de los plásticos, que es un contaminante capaz de causar vómitos, diarrea, náuseas e incluso efectos crónicos para la salud. Del mismo modo, los estudios muestran que cuanto más tiempo se almacena el agua en botellas de plástico, mayor es la concentración de antimonio que se filtra.
En consecuencia, se sugiere priorizar el consumo de agua del grifo para poder abordar los desafíos multifacéticos que plantea el agua embotellada, incluidas la responsabilidad ambiental y la salud pública.